Curiosidades de la Giralda de Sevilla que no sabías
¿Sabías que la Giralda no siempre fue una torre cristiana? ¿O que sus rampas están diseñadas para que los caballos pudieran subir hasta lo más alto? La Giralda, el monumento más emblemático de Sevilla, guarda entre sus muros más de ocho siglos de historia, secretos arquitectónicos y anécdotas que sorprenden incluso a los sevillanos. A lo largo de este artículo descubrirás por qué fue construida, cómo ha sobrevivido a catástrofes y qué la hace única en el mundo. Y al final, te contaré cómo planificar tu visita para disfrutarla al máximo.
El origen musulmán: de alminar a torre campanario
La Giralda comenzó su historia como el alminar de la mezquita mayor de Sevilla, construida en tiempos del Califato almohade en el siglo XII. En aquel momento, Sevilla era una de las ciudades más importantes de al-Ándalus y se buscaba que su mezquita tuviera una torre que reflejara ese poder.
La construcción bajo el califato almohade
La obra se inició en 1184 bajo la dirección del arquitecto Ahmad Ben Baso. El sultán Abu Yaqub Yusuf ordenó la construcción de un minarete monumental inspirado en la mezquita Kutubía de Marrakech. Para levantarlo, se emplearon materiales reciclados de construcciones romanas y visigodas, algo común en la época. De hecho, todavía se pueden identificar piedras talladas que no corresponden al estilo islámico, sino a épocas anteriores.
El diseño original consistía en un cuerpo central macizo con rampas interiores que permitían subir a lo alto no a pie, sino a caballo, algo que la hacía única. Esto servía para que el almuédano (la persona que llamaba a la oración) pudiera subir rápidamente varias veces al día.
Influencias arquitectónicas que aún se conservan
El estilo almohade se reconoce en sus arcos entrelazados, el ladrillo visto y los detalles geométricos. Estos elementos todavía pueden apreciarse en la parte baja de la Giralda, aunque con el paso de los siglos se añadieron ornamentos cristianos que transformaron su aspecto.
La transformación cristiana y el Giraldillo
Tras la conquista cristiana de Sevilla en 1248, la mezquita se convirtió en catedral y el alminar en campanario. Pero las mayores transformaciones llegarían en el Renacimiento, cuando se añadió la parte superior que hoy todos reconocemos.
La incorporación de las campanas
En el siglo XVI se decidió completar la torre con un cuerpo de campanas, obra del arquitecto Hernán Ruiz II. Con esta ampliación, la Giralda alcanzó los 104 metros de altura, convirtiéndose en una de las torres más altas de Europa de la época. Hoy en día, sus 24 campanas siguen marcando las festividades y procesiones religiosas de la ciudad.
El Giraldillo, el veleta más grande del Renacimiento
En 1568 se coronó la torre con el Giraldillo, una escultura de bronce de más de tres toneladas que representa la Fe Victoriosa. Lo curioso es que este coloso es, en realidad, una veleta funcional, la más grande del Renacimiento europeo. De ahí viene el nombre de la Giralda: la torre “que gira” con el viento.
Resistencia y secretos de la Giralda
La Giralda no solo destaca por su belleza, también por su capacidad para resistir el paso de los siglos. Desde su construcción en el siglo XII hasta hoy, ha soportado guerras, terremotos y transformaciones urbanísticas sin perder su esencia.
Cómo sobrevivió al terremoto de Lisboa
El 1 de noviembre de 1755, el terremoto de Lisboa, uno de los más devastadores de Europa, sacudió Sevilla con gran fuerza. La Giralda, gracias a su sólida base almohade de más de 7 metros de espesor, resistió el temblor. Sin embargo, el remate superior, construido en ladrillo más ligero, quedó dañado y se tuvo que retirar. Fue entonces cuando se proyectó la colocación del actual campanario renacentista, reforzando la torre y aumentando su altura.
Este hecho consolidó la imagen que hoy conocemos y dejó claro que la estructura original estaba diseñada con una resistencia sorprendente para la época.
Escaleras para caballos: una rareza única
A diferencia de otras torres campanario, la Giralda no tiene escaleras en espiral. En su interior se encuentran 35 rampas que ascienden en zigzag hasta la cima. La razón es puramente práctica: permitir que los caballos subieran a lo alto para que el almuédano, encargado de la llamada a la oración, pudiera hacerlo varias veces al día sin agotarse.
Hoy los visitantes recorren esas rampas a pie, pero esta peculiaridad arquitectónica convierte la subida en un paseo cómodo y lleno de ventanas que ofrecen vistas parciales de la ciudad antes de alcanzar la cima.
Símbolos ocultos en sus muros
En la parte baja de la Giralda, aún se pueden distinguir ladrillos con marcas de canteros almohades, inscripciones y elementos geométricos que eran más que decorativos: representaban símbolos religiosos y culturales del islam. Durante la transformación cristiana, en lugar de eliminarlos, se integraron, lo que convierte a la torre en un testimonio único de la fusión de culturas.
Imitaciones en todo el mundo
Otra de las curiosidades menos conocidas es que la Giralda ha servido de modelo para otras torres en diferentes países. En Kansas City (EE. UU.) y en la ciudad de Miami, existen réplicas inspiradas directamente en ella. También la torre del campanario de la Catedral de Minneápolis recuerda claramente a la sevillana. Esto refleja el prestigio internacional que ha tenido la Giralda como símbolo arquitectónico.
Una torre vigilada durante siglos
En el pasado, la Giralda también tuvo funciones de atalaya y puesto de vigilancia. Desde lo alto, se divisaba cualquier movimiento en el río Guadalquivir o en las inmediaciones de la ciudad. Por eso, además de su valor religioso, cumplía un papel estratégico para la seguridad de Sevilla.
La Giralda como símbolo de Sevilla
La Giralda no es solo un monumento, es el emblema indiscutible de Sevilla. Su silueta aparece en carteles, logotipos, postales y hasta en canciones populares. Es imposible imaginar la ciudad sin ella, y precisamente por esa importancia ha generado a lo largo de los siglos una gran cantidad de historias, leyendas y anécdotas.
Patrimonio de la Humanidad junto a la Catedral
En 1987, la UNESCO incluyó a la Catedral de Sevilla, la Giralda y el Archivo de Indias en la lista de Patrimonio de la Humanidad. Esta declaración reconocía el valor histórico y arquitectónico de un conjunto monumental único, donde se mezcla el arte islámico y cristiano como en ningún otro lugar del mundo. Desde entonces, la Giralda se proyecta como símbolo de esa convivencia cultural que caracteriza a Sevilla.
La orden de derribo que nunca se cumplió
Una de las historias más sorprendentes ocurrió tras el terremoto de Lisboa en 1755. El rey Felipe II, temiendo que la torre dañada pudiera derrumbarse, ordenó que se demoliera su parte superior. Sin embargo, los sevillanos se rebelaron contra esa decisión y defendieron con firmeza a su torre. Gracias a esa resistencia popular, la Giralda se mantuvo en pie y hoy podemos seguir admirándola.
El Giraldillo y sus misterios
El Giraldillo, la enorme veleta que corona la torre, también es protagonista de varias curiosidades. Se dice que durante siglos muchos creyeron que representaba a la ciudad de Sevilla o incluso a la diosa Atenea, por su casco y su escudo. En realidad, simboliza la Fe Victoriosa, pero esa confusión alimentó relatos y supersticiones. Además, su tamaño y peso —más de tres toneladas— hicieron que durante el siglo XX tuviera que ser bajado para restaurarlo, algo que atrajo a miles de curiosos que nunca lo habían visto de cerca.
Una torre replicada en el mundo
Tal es el impacto de la Giralda que ha sido imitada en distintos países. En Kansas City, la réplica es casi exacta y hoy forma parte de un centro comercial. También hay versiones inspiradas en su diseño en ciudades como Miami o incluso en Cuba. Esto ha reforzado la idea de que la Giralda es un símbolo universal de la arquitectura hispana.
Leyendas de amores y misterios
Las calles que rodean la Giralda también están envueltas en leyendas. Una de las más populares cuenta la historia de un caballero cristiano enamorado de una joven musulmana que vivía cerca de la torre en tiempos de la reconquista. Su amor prohibido nunca pudo cumplirse, y se dice que sus almas aún rondan las inmediaciones de la Catedral.
Otra leyenda afirma que en noches de tormenta, el Giraldillo gira con más violencia de lo habitual porque “los vientos traen recuerdos del pasado de la ciudad”.
Más allá de las leyendas, la Giralda siempre ha estado presente en la vida de los sevillanos. Desde anunciar procesiones religiosas con el toque de campanas, hasta servir de punto de referencia para viajeros que llegaban por el Guadalquivir. Incluso hoy, cuando suena el repique en Semana Santa, miles de personas levantan la vista hacia ella como si fuese un faro espiritual.